Incineración de basura con recuperación de energía: una tecnología cara, sucia, y a contramano del manejo sustentable de los recursos
RESUMEN EJECUTIVO
La incineración de residuos sólidos urbanos (RSU) con recuperación de energía, conocida mundialmente como “Waste to Energy” (WtE), no es una tecnología renovable ni limpia. La basura domiciliaria no es un recurso renovable, y su combustión genera emisiones de gases de efecto invernadero, sustancias peligrosas para la salud y el ambiente.
La tecnología WtE compite con el reciclado y con la denominada Economía Circular. En esa competencia, los residuos reciclables (de mayor poder calorífico) son los más codiciados, tanto por las plantas incineradoras como por la industria del reciclado.
Es una tecnología cara, ya sea para generar energía como para tratar a los RSU. En primer lugar y en materia energética, el costo de inversión de una planta WtE es el más alto, aun cuando consideramos todas las tecnologías disponibles.
Es una tecnología altamente dependiente de los subsidios estatales, ya que los costos de capital y operación nunca alcanzan a ser financiados por la venta de energía a precios de mercado. Por ello ha prosperado en países que han adjudicado gran cantidad de subsidios, como algunos de los estados miembros de la Unión Europea y Japón.
Asimismo y como sistema de gestión de residuos también es la tecnología más cara, llegando a ser entre un 35% a un 50% más cara que un relleno sanitario (incluso de los más modernos), dependiendo la región en que se encuentre instalado.
La incineración de residuos destruye fuentes de trabajo. Diversos estudios demuestran que además de competir con la industria del reciclado, destruye al mismo tiempo las fuentes de trabajo que esta produce. Por ejemplo, mientras que la industria del reciclado del plástico emplea a 93 personas cada 10.000 toneladas tratadas, una planta WtE emplea a solo 1. En el caso de los países en vías de desarrollo, el impacto de estas tecnologías de termovalorización sobre el empleo es más grave, dado que destruye una fuente de ingresos para los sectores más vulnerables e imposibilita una nueva industria, la del reciclado.
La incineración de residuos es una tecnología vieja. El paso adelante dado por la Unión Europea, al retirar los subsidios a la energía proveniente de la incineración, y establecer metas más ambiciosas de recuperación de materiales provenientes de la basura a través del reciclado y el compostaje, muestran que el paradigma de este nuevo siglo es la Economía Circular. La incineración de residuos no tiene cabida en un sistema que busca mantener los materiales dentro del ciclo la mayor parte del tiempo posible.
Generan emisiones contaminantes. Los residuos no desaparecen con la combustión, solo se transforman en gases, líquidos y cenizas. Esta transformación puede, además, producir nuevos compuestos aún más tóxicos. Todos los incineradores son fuente de contaminación ambiental. Una de las preocupaciones más importantes es la creación y liberación de dioxinas y furanos, que son altamente tóxicas y pueden viajar largas distancias. Aún las tecnologías más recientes y avanzadas liberan sustancias.
Si bien los países europeos han incorporado plantas de termovalorización cada vez más sofisticadas que tienden a bajar el nivel de sus emisiones, no ocurre lo mismo en países en vías de desarrollo donde se ha comprobado que los sistemas de monitoreo y control de estas plantas no pueden costearse ni operarse, por lo que no son usados.
Los proyectos actualmente en estudio indican que la mayor parte de los incineradores de RSU se planean instalar en diversos municipios del conurbano bonaerense. La realidad institucional de la mayor parte de esos municipios muestra las dificultades que tienen para gestionar los residuos que se producen en sus propias jurisdicciones, en la mayor parte de las cuales existe un número significativo de basurales a cielo abierto. Queda entonces preguntarse de qué manera podrán controlar el correcto funcionamiento de los incineradores que se instalen en sus territorios, y garantizar la no afectación de la salud y el derecho a gozar de un ambiente sano de la población que habita en los mismos.
La incineración de RSU genera residuos peligrosos, que demandan un sistema de gestión y disposición especial. Las cenizas generadas de la combustión son una fuente de contaminantes orgánicos. Se generan dos tipos de cenizas, las de fondo o escorias y las volantes que pueden quedar en los filtros. Se calcula que una incineradora genera entre un 25% y un 35% de residuos de la basura que quema, aunque existen casos en los que se llega hasta el 40% del peso incinerado.
Genera emisiones de dióxido de carbono CO2 (gas de efecto invernadero). Muchas veces se presenta a la incineración de RSU como una alternativa para disminuir las emisiones de GEI del sector residuos, pero si se considera un relleno bien manejado, con captura y quema de metano esa diferencia llega a ser insignificante o inexistente.
Lonquimay – biomasa – Pampetrol – La Pampa